LUCHA SIN RECOMPENSA ANTE EL TORRELAVEGA

Pontevedra, 16 de noviembre de 2022. La mala racha del Cisne continúa. Las importantes bajas por lesión que asolan la plantilla impide a los blancos competir en igualdad de condiciones con sus rivales. Y aun así nunca dejan de intentarlo. Esta noche de martes la fe blanca casi obra el milagro de la remontada. El Torrelavega se metió los dos puntos en el bolsillo antes del descanso, pero el Cisne casi se los roba en diez minutos apoteósicos que hicieron soñar a la ruidosa hinchada cisneísta con un triunfo épico.

No pudo ser porque la defensa del Cisne demostró no ser tan fuerte como la liga Asobal requiere. Adrián Fernández, máximo goleador de los cántabros, penetró una y otra vez como cuchillo en mantequilla por la frágil muralla lerezana. Y encima, en ataque los de Javier Márquez no encontraron huecos. En un goteo incesante, Torrelavega se fue escapando en el marcador y solo la valentía de los blancos evitó que el partido se terminase antes del minuto sesenta. 

Esa fragilidad que esta noche ha vuelto a lastrar al Cisne tardó en ponerse en evidencia porque ninguno de los conjuntos se mostró acertado de cara a la portería rival en el inicio del partido. Los visitantes golpearon primero pasados los dos primeros minutos de batalla, pero el Cisne respondió con tres tantos consecutivos que invitaban a la esperanza.

Un espejismo porque en un abrir y cerrar de ojos, los visitantes no solo restablecieron el empate, sino que mientras los locales se estrellaban una y otra vez contra el muro cántabro, el Torrelavega iba poco a poco sumando tantos.

Con cuatro tantos de desventaja y cumplido el primer cuarto de hora de juego, Márquez pidió tiempo muerto para cambiarle las pilas a sus chicos. El efecto pareció surtir efecto porque el Cisne recortó diferencias, pero fue en ese momento cuando una pareja ajena al espectáculo cobró protagonismo. 

Unas discutidas decisiones arbitrales, que primero no vieron falta sobre Carlos Álvarez y Chan después, dieron alas a los letales contragolpes del Torrelavega que volvía a abrir brecha en el luminoso para desesperación de la afición local y, ya en los compases finales del primer tiempo, de los propios jugadores del Cisne, que llegaron a verse con dos jugadores menos sobre la cancha.

Un soberbio tanto de Ocaña sobre la bocina que marcaba el final del primer tiempo sirvió para maquillar un resultado que podría haber sido más abultado (13-17).

Fiel a su espíritu combativo, el Cisne regresó a la cancha con el cuchillo entre los dientes y dispuesto, como mínimo, a presentar batalla. Esta vez los blancos golpearon primero, pero los visitantes ni se inmutaron y siguieron a lo suyo. Que era convertir en gol cada lanzamiento a puerta. 

Con cinco tantos de margen sobre los pontevedreses, los de Torrelavega siguieron aprovechándose de la desesperación local, de su falta de acierto en ataque y de su debilidad defensiva. Con un Adrián Fernández en racha, ampliaron las diferencias hasta los siete tantos.

Desde el banquillo blanco había que hacer algo para cortar la sangría. En una decisión tan valiente como arriesgada, el Cisne modificó su estructura defensiva con tres jugadores dificultando la circulación de balón rival en tres cuartos de cancha. Parecía un suicidio, pero funcionó. La sala de máquinas norteña cortocircuitó y el Cisne comenzó a robar balones con facilidad para lanzar ataques eléctricos. 

Mateo Arias por partida doble, Furtado, Carlos Álvarez y Franceschetti anotaron cuatro tantos consecutivos que redujeron el grueso colchón cántabro a una insignificante renta de dos tantos.

El rugido del Municipal era proporcional a la fe del Cisne en la remontada. Sin embargo, de nuevo el dúo arbitral volvió a aparecer para acabar con la esperanza blanca. Dos exclusiones consecutivas e innecesarias permitieron al Torrelavega coger aire y sellar un triunfo que solo puso en peligro la inquebrantable tozudez blanca, esa que los hace no dar un solo partido por perdido y mantener viva la llama de la permanencia en Asobal. 

Fuente: Pontevedraviva.com

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